La seguridad acuática es tan importante para el bañista, no importando su edad (desde bebé hasta la vejez) como lo es la educación vial al conductor, al peatón y a cualquier persona que se mueva por la vía pública. Conocer y respetar las normas de seguridad y las señales de tránsito pueden protegernos de un accidente, desde el más pequeño hasta uno que puede ser fatal.  Lo mismo aplica para las normas de la seguridad acuática. 

¿Cuándo se debe iniciar?  

Aprender sobre la seguridad acuática debe comenzar lo más pronto posible. Arranca con el escenario alrededor del agua, como un patio, un baño, un jacuzzi, una piscina (ya sea recreativa, educativa o de entrenamiento) o algún manto de agua natural como un río, laguna, lago o el mar.

Bebés y niños en edad preescolar

A los bebés y niños pequeños debemos cuidarlos de su ingenuidad. El jugar con el agua a mojarse, a salpicar o a chapotear es algo muy natural y llamativo para la mayoría de estos, ya que la sensación que brinda en la piel el contacto del agua es muy placentera. En estos casos los padres, encargados o cuidadores deben saberlo y ser prudentes para obstaculizar que el bebé o niño pueda acceder a cualquier lugar donde la haya. 

Si en caso fuera un jacuzzi o una piscina, debe estar limitada por una barrera (baranda, reja, malla perimetral) que brinde la seguridad deseada y que ellos no puedan abrir.

En los niños de edad preescolar (de los 3 a los 6 años) la curiosidad y la necesidad de descubrir el espacio que los rodea puede hacerlos vulnerables a sufrir un accidente acuático. Si no se han tomado medidas, tanto las antes mencionadas como el inicio de la concientización, como “el agua es divertida siempre y cuando papi, mami o el profesor estén contigo, no te metas si alguno de ellos no lo están”. 

Niños en edad escolar 

En la edad escolar de los 7 a los 17, el ímpetu de mostrar valentía puede ponerlos en riesgo. Cualquier actividad o juego brusco que pueda ocasionar accidentes por lo cual NO deben permitirse.

Adultez

En la adultez, la creciente participación en la triatlones, duatlones o el nado en aguas abiertas se ha ido popularizando y vemos a muchos adultos que en su hambre de desafío se inscriben a este tipo de competencias y aún no pueden nadar ni 200 metros de corrido o nunca han nadado en algún escenario de aguas abiertas donde las condiciones son totalmente diferentes a una piscina factores como: la profundidad , temperatura, visibilidad, corrientes. Todo esto hace que se vuelva una experiencia en la que se necesita de competencias previas que ayudan a salvaguardar su vida, tales como saber nados naturales, cambios de posición y flotar de forma cómoda por varios minutos.

Algo que debemos de tener en cuenta es que no importa cuántas clases o cuántas horas de natación hayamos tenido en la vida, no somos a prueba de agua. Por ello, siempre debemos tomar medidas de precaución y prevención donde haya agua.